miércoles, 19 de octubre de 2016

¡Vivan los libros!


Estaba yo esta mañana tempranito esperando en la sala de espera de rehabilitación a que me tocase entrar a darme mis microondas y mis cosas, leyendo un libro sobre escritura (más en concreto 'Escribir. Manual de técnicas narrativas' de Enrique Páez), instruyéndome en esto del arte de la escritura e imaginando cual podría ser esa historia que esta queriendo salir desesperadamente, cuando he levantado la vista y he mirado a mi alrededor. En verdad no eramos muchas personas, quizás cuatro, contándome a mi, pero todas ellas estaban absortas en sus teléfonos móviles, sin prestar mucha atención y sin ni siquiera saludar, por educación, a la gente que pasaba por allí y si que lo hacía. Después he mirado hacia abajo y me he fijado en mi libro (y en la poca necesidad que tenía yo de echar mano a mi móvil) y me he dado cuenta de una cosa: que poco se ve a estas alturas a gente leyendo en lugares públicos.

Es curioso porque yo me considero una persona un tanto adicta al móvil y a las redes sociales, y en muchos casos mato el tiempo muerto entre actividades, en los descansos del trabajo, o esperando para consultas u otros quehaceres, con el móvil en la mano, mirando, en su mayor parte, tonterías que poco o nada tienen que aportarme en mi vida (¿quién no se ha puesto a ver vídeos de gatos o de gente cayéndose?). Hoy metí mi libro en la mochila, y me prometí a mi misma no tocar el móvil salvo que fuese estrictamente necesario; y así ha sido. Pero que yo lo haya hecho no significa que todo el mundo lo haga.

Se que a no todo el mundo le gusta la lectura, y tampoco es necesario ir siempre con un libro a cuestas (aunque si es bueno leer cada día: ganas en cultura una cosa mala), pero si que es verdad que se puede no echar mano al móvil siempre, y disfrutar un poco de la vida que tenemos a nuestro alrededor, y, porque no, socializar con algo que no sea una pantalla táctil, que ya estamos con el cacharro en la mano hasta cuando vamos acompañados. Muchas reuniones de amigos o familiares consisten en estar todos con la cabeza gacha mirando la pantalla y no preguntándonos si quiera que tal nos ha ido el día.

¡El mundo se va a la mierda! Lo se desde el momento en el que los semáforos están a ras de suelo para que los veamos mientras miramos cuantas notificaciones de Whatsapp tenemos. Una autentica locura, se mire por donde se mire.
En fin, que hay que leer más, que es muy bueno, y hay que dejar un poco de lado el mundo virtual, que bastante tenemos ya.

¡VIVAN LOS LIBROS!


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